Esta novela de Carmen Laforet me ha encantado y conmovido hasta la ternura (como, según Krahe, a Piero della Francesca el dodecaedro). Hay una descripción, una de las muchas descripciones fantásticas, muy certera. Habla de lo que transmite cierto tipo de gente, y conste que no digo que sea nada malo. Más nos valdría a muchos:
Pensé que era una de esas personas que no saben estar a solas ni un momento con sus propios pensamientos. Que no tienen pensamientos quizá.
Pensé que era una de esas personas que no saben estar a solas ni un momento con sus propios pensamientos. Que no tienen pensamientos quizá.
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