miércoles, 6 de julio de 2011

Memoria de un hombre de subsuelo. Fiodor Dostoievski

Especie de disertación pseudoautobiográfica y terrible. El narrador nos ofrece, en primer lugar, su visión del mundo, o más bien de los hombres y de sí mismo. Esta parte muestra un pensamiento muy original, que incluso desata la risa en algunas ocasiones, aunque en general se trate al ser humano con el pesimismo absoluto de "todo el mundo es estúpido"
En mi opinión, uno de esos hombres espontáneos -el hombre real, normal- es el que satisface los deseos de su tierna madre, la naturaleza, que con tanto amor lo creó en esta tierra. A hombres como esos les tengo envidia. La envidia me llena de bilis. Son estúpidos, no lo discutiré, pero quizá un hombre normal tenga que ser estúpido.
En la segunda parte se narra un episodio sucedido al narrador. Esta parte es totalmente sórdida y desagradable, pero lo que más impresiona, lo que más desagrada a fin de cuentas, es su sinceridad. No es que tenga necesariamente que ser una situación real, sino que la forma de narrarlo, los pensamientos que se le pasan por la cabeza al narrador-protagonista, son tan reales que chocan sobremanera. Del texto que viene a continuación, sacado de esta novela, se trasluce que el autor se da perfecta cuenta de esta sinceridad provocadora y terrible:
Quiero decir que en el pasado de todos los hombres hay cosas que no admiten, salvo antes sus amigos más íntimos. Hay cosas que no admiten siquiera ante sus amigos, sino sólo para sus adentros... y ello en el plano más estrictamente confidencial.  Pero también hay cosas que  un hombre no se atreve a reconocer ni siquiera para sí, y todos los hombres tienen una acumulación bastante grande de esas cosas.

Se puede decir que la segunda parte de esta novela, se sitúa en la tercera de estas categorías.

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